Melissa Ibbitson de 19 años esta obsesionada con el ketchup y no puede estar
tranquila si no ingiere salsa de tomate todos los días. La primera vez que probó la salsa fue en un restaurante de comida rápida cuando tan solo era una niña y desde entonces no puede vivir sin ella.

“Mis amigos se averguenzan cuando pido doce sobres de ketchup en el comedor de la facultada y me llevó los que no uso a casa conmigo” ha señalado Ibbitson.
Su adicción es tan fuerte que ha declarado que aunque Heinz es “su marca favorta” cuando no puede permitirselo económicamente prefiere “tener de una marca que no sea Heinz que no tener nada de ketchup”.
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