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Partido grande, copero, sin concesiones y con un vencedor inesperado, el Atlético. Catorce años después se rompió el maleficio y el derbi tuvo color rojiblanco porque el espíritu de Simeone se impuso a la receta de Mourinho. El Real Madrid es mejor, tiene más calidad, pero, quizá, menos hambre y en su temporada más negra vio cómo el vecino le robaba la gloria en una noche épica, con tres balones a los postes, con paradas de Courtois y con acciones dramáticas. Las finales están para ganarlas y eso es lo que hizo el Atlético.

Las cartas, boca arriba en los dos entrenadores. Simeone había anunciado el once en la víspera y Mourinho, como estaba previsto, dejó a Di María en el banquillo para juntar a Modric con Xabi Alonso, Khedira y Özil. Albiol hizo el papel de Varane y del castigado Pepe –no estuvo entre los elegidos– y los demás, los mismos de siempre. Con libertad para Cristiano, que fue el primero en avisar y el primero en marcar. La asfixiante presión del Atlético no permitía al Madrid jugar cómodo. La movilidad de Modric creaba algún problema a Gabi y Mario Suárez, pero el sistema defensivo implantado por Simeone no sufría en exceso. Faltaba triangulación y el esperado último pase de Özil, que no entraba en juego.
Sin embargo, todo se rompió. Mario Suárez perdió el balón, se provocó un saque de esquina que lanzó Özil para que Cristiano volase por encima de Godín y Falcao para firmar un tanto de potencia y fuerza. Cabezazo inapelable del portugués, que Courtois acompañó con la mirada. El Madrid daba el primer golpe y demostraba su eficacia; su pegada mortal, que le ha hecho resolver muchos partidos esta temporada.
El Atlético lo encajó bien. Siguió con el mismo sistema, siguió sin encontrar a Diego Costa en los balones largos y el partido tenía intensidad, ritmo, fuerza, aunque faltaba un poco de pausa, de combinación. Así hasta que Mario le robó un balón a Cristiano y Falcao corrió el contragolpe emparejado con Albiol. Se fue el colombiano por velocidad y puso un pase al hueco para que apareciera Diego Costa y cruzase lejos de Diego López. Empate, nuevo partido y la confirmación de que el Atlético había estudiado muy bien al Madrid, que reaccionó con una jugada con taconazo de Sergio Ramos en el área y un remate al poste de Özil, en una de las pocas llegadas del alemán.
Descanso reparador para los guerreros y sin cambios en las pizarras. Con los mismos argumentos surgió Filipe Luis para rematar en dos ocasiones tras superar a Essien. El Atlético había tomado la iniciativa, pero la reacción blanca (superior el Madrid en técnica individual) fue contundente. En una misma jugada hubo un remate de Benzema al poste y el posterior disparo de Özil lo sacó Juanfran con el pecho. Ocasiones muy claras para los de Mourinho ante un Atlético replegado, que buscaba en las contras su tesoro, pero fue Cristiano el que volvió a rematar al poste (el tercero de la noche para los madridistas) al lanzar una falta con potencia y colocación.
Entraba la final en su último tramo sin nada decidido, con dos equipos entregados, peleando cada balón, con faltas, con quejas y con Mourinho en el vestuario, expulsado por protestar. Los técnicos apuraban los cambios y estaba claro que una acción individual, un error podía decidir el duelo. Una final en la que el equipo inferior buscaba sus opciones ante el Real Madrid más entonado, dirigido por Modric y con Cristiano, expulsado al final, como estilete.
Hubo nervios, tarjetas y tres córners consecutivos lanzó el Atlético antes del tiempo extra. El Bernabéu, en ebullición, y media hora de propina. Para que Diego Costa fuese protagonista. Tuvo un gol, pero desvió Diego López a córner. Koke, en la segunda acción, puso el gol en la cabeza de Miranda. El Atlético acabó con el maleficio en el mejor momento.
Una ciudad, dos aficiones
La afición atlética se dio más prisa, como si estuviera más nerviosa, antes de la final. Los madridistas tardaron más en llenar su zona del estadio, pero poco antes del comienzo del partido, el Santiago Bernabéu, mostraba la típica imagen de un día grande, se jugaba algo especial: un estadio, como la ciudad, partido por la mitad. Morado y blanco por un lado, rojo y blanco por el otro y una noche fría, pero emocionante. Más de 500 policías municipales velaban por la seguridad de un partido calificado de alto riesgo. No hubo necesidad de ellos porque, pese a algunos leves enfrentamientos verbales en los laterales del estadio madridista, donde podían coincidir ambas hinchadas, el resto del partido fue un ejemplo de enemistad cordial. Las dos aficiones prepararon un enorme mosaico para impresionar al rival. En la zona madridista, con un guerrero, se leía: «Una ciudad, una conquista». En la zona contraria, en el mosaico, se veía a Neptuno que decía: «Él domina el mar, nosotros, la ciudad».
-- Ficha técnica:
1 - Real Madrid: Diego López; Essien, Sergio Ramos, Raúl Albiol, Coentrao (Arbeloa, m.91); Khedira, Xabi Alonso; Modric (Di María, m.91), Özil, Cristiano Ronaldo; y Benzema (Higuaín, m.91).
2 - Atlético de Madrid: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe; Arda Turan (Christian Rodriguez, m.110), Mario, Gabi, Koke (Raúl García, m.112); Diego Costa (Adrián, m.106) y Falcao.
Goles: 1-0 m.14: Ronaldo. 1-1, m.35: Diego Costa; 1-2, m.99: Miranda.
Árbitro: Clos Gómez (comité aragonés). Expulsó al entrenador del Real Madrid, Jose Mourniho (m.76). Expulsó a Cristiano Ronaldo con roja directa (m.114) y a Gabi por doble amarilla (m.120). Mostró tarjeta amarilla a Arda Turan (m.37), Coentrao (m.54), Khedira (65), Diego Costa (m.69), Ozil (m,71), Sergio Ramos (m.74), Cristiano Ronaldo (m.91), Mario Suárez (m.100), Essien (m.101), Koke (m.105) y Di María (m.116)
Incidencias: final de la Copa del Rey disputada en el estadio Santiago Bernabéu ante unos 85.000 espectadores.

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