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A veces parece que se celebran dos campeonatos de Liga, el que disputa el Barça y el que juega Messi, como si fueran distintos o paralelos, cuando son el mismo torneo. El 10 cuenta goles (42) con una celeridad parecida a la que el equipo suma puntos (74). El argentino no para de superar récords goleadores. El último que se le presenta, el sábado en Balaídos, es el de marcar en 19 jornadas consecutivas, nada más y nada menos que una vuelta entera, de manera que habrá batido al menos una vez a cuantos equipos compiten en la Liga. Aunque llegó desmejorado de Bolivia, no se duda de que viajará a Vigo, escala previa al partido en París.
Messi solo se ha quedado mudo en cuatro de las 28 jornadas disputadas: no marcó contra el Valencia, Granada, Sevilla y Celta. La última vez ocurrió el 3 de noviembre del 2012,
cuando los azulgrana batieron al equipo gallego en el Camp Nou, por 3-1. Fecha silenciosa para el argentino, pero histórica para el equipo de Tito Vilanova, que con su triunfo certificó el mejor arranque en la Liga: nueve victorias y un empate. Desde la jornada siguiente, cuando el Barça goleó al Mallorca (2-4), el 10 dejó un carrusel de cifras incomparables: 18 partidos, 29 goles (ocho dobletes y un póquer, el cuarto de su carrera y el tercero en Liga), cinco asistencias y siete remates a los postes.Ahora, el argentino mira por el espejo retrovisor el récord de Ronaldo —el brasileño enlazó 10 jornadas marcando en Liga con la camiseta del Barça en la temporada 1996-1997— y también el del polaco Teodor Peterek, que entre 1937 y 1938 acumuló 16 partidos consecutivos dejando por lo menos un tanto. “No es mi objetivo romper marcas”, repite el azulgrana, impasible a todo tipo de cosecha individual. Sin embargo, su insaciable sed de gol no parece querer dejar récord por batir.
Han pasado casi cuatro meses en los que el argentino se llenó la garganta de gol. Y en este tiempo quedaron unos cuantos asuntos de relieve: la renovación de su contrato hasta 2018, la enfermedad de Vilanova, la eliminación de la Copa ante el Madrid, el gol con el que el 10 igualó a Di Stefano como máximo anotador en los clásicos (18), su cuarto Balón de Oro consecutivo, la remontada ante el Milan en la Champions y, por supuesto, su histórica cifra de 91 goles en un año natural.
Todo pasaba y se mantenía un hilo conductor: Messi continuaba con su pasmosa racha. Alcanzar su tercera Bota de Oro, parece una tarea consumada: sus 42 dianas se presentan inalcanzables para sus seguidores en Europa: Cavani lleva 18 goles en el Nápoles; Luis Suárez, 22 en el Liverpool; Lewandowski, 18 en el Borussia Dortmund e Ibrahimovic 25 en el PSG y Cristiano es el segundo de la Liga con 27.
La ausencia de Vilanova se dejó sentir en el vestuario. “Hoy en día es muy importante el técnico. Desde que no ha estado Tito lo notamos. Respetamos a Jordi Roura, porque intenta ayudar a conseguir todo, pero nuestro técnico es Vilanova y no tenerlo fue un golpe duro”, aseveraba Messi al canal argentino TyCSport. El Barcelona mermó su rendimiento colectivo e individual y se puso en jaque su supremacía. Messi no fue una excepción. “Estamos dolidos por las últimas derrotas, pero vamos a salir. No estoy triste” ajusticiaba La Pulga, el séptimo máximo goleador de la Liga con 211 goles, tras la caída en Chamartín (2-1). El bajón futbolístico no impidió que el delantero continuase su racha goleadora. A veces ausente en la construcción del juego, siempre presente a la hora de marcar.
“Con Messi, uno vive más tranquilo”, resumió Roura, después de la última victoria ante el Rayo. El argentino parece haber recuperado su mejor forma y el equipo lo agradece. En los últimos partidos compareció un Messi que mejoró en movilidad, atacó a los espacios y, claro, también marcó. Lleva 55 goles este curso, a 18 de los 73 que convirtió la temporada pasada. A sus 25 años, Messi compite contra su propia historia.

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