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Las recientes inundaciones y riadas en Bosnia, las peores en un siglo, han devastado la economía de un país que vivía ya en una crisis permanente desde el final de la más sangrienta de las guerras en la antigua Yugoslavia, hace casi 20 años.
Un largo y difícil período de recuperación espera a Bosnia y hará necesaria mucha ayuda internacional, dijo el primer ministro, Vjekoslav Bevanda.
Según unas primeras estimaciones de la Cámara Económica de Bosnia, un tercio de la economía del país de casi cuatro millones de habitantes se ha visto directa o indirectamente afectado por los efectos de estas inundaciones.
Las evaluaciones oficiales de los daños comenzaron esta semana y los resultados se esperan para mediados de junio, pero la prensa baraja cifras de entre 700 y 1.000 millones de euros, alrededor del 8 por ciento de su PIB.
Más de cien compañías, muchas de ellas exportadoras, tuvieron que paralizar por completo su producción y hasta ahora se desconoce cuando podrán reanudar su trabajo.
Otras empresas no podrán devolver sus créditos, por lo que las autoridades hicieron un llamamiento a los bancos para que accedan a una moratoria de entre seis y doce meses, para dar tiempo a las compañías a su recuperación.
“La situación en que se ha encontrado Bosnia-Herzegovina ahora muestra cuán importante es acelerar los procesos de adhesión a la Unión Europea (UE)”, declaró a Efe el economista y empresario bosnio Nihad Imamovic, expresidente de la Asociación de Empresarios.
Recalcó la gran importancia de los fondos europeos, “no sólo para reparar lo que han devastado las inundaciones” sino también para generar “puestos de trabajo para estabilizar la situación en el país, que es muy sísmica, y prevenir así desórdenes y protestas sociales”.
La UE ha anunciado que enviará ayuda, aunque no fondos comunitarios de solidaridad porque Bosnia sigue sin alcanzar el estatus de país candidato a la entrada en el bloque.
Eso se debe a la falta de voluntad de la clase política para poner en marcha las reformas exigidas por la UE, que demanda, entre otras cosas, reforzar el poder central del Estado, muy debilitado por un intrincado sistema de reparto entre musulmanes, croatas y serbios, fruto de los acuerdos de paz de Dayton.
Según Imamovic, las autoridades bosnias también deberían buscar en otros países el apoyo para acceder a créditos a diez años y “con un largo período de gracia” para aquellas empresas afectadas.
Más de 10.000 kilómetros cuadrados, casi una quinta parte de la superficie del país, resultaron inundados. Unos 40.000 ciudadanos tuvieron que ser evacuados y decenas de miles de otros abandonaron sus hogares temporalmente ante la subida de las aguas, que se cobraron la vida de 24 personas.
Las autoridades aseguraron que más de un millón de personas fueron afectadas por las inundaciones de forma directa o indirecta.
Las riadas, que también causaron unos 2.300 deslizamientos de tierras, destruyeron una importante parte de la infraestructura básica del país, como carreteras, vías férreas, instalaciones industriales y comerciales, escuelas y centros médicos. Muchos ciudadanos bosnios comparan las devastaciones con la guerra que sufrieron entre 1992 y 1995.
El sector más afectado por la catástrofe es la agricultura, ya que las aguas inundaron las zonas más fértiles del país, como Posavina y Semberija, en el norte, y arrastraron consigo la capa fértil de la superficie en muchas partes.
Los expertos estiman que un tercio de la población que vivía de la actividad agrícola se quedará sin medios de vida por un tiempo indeterminado. Ante esta situación, el empobrecido país deberá aumentar sus importaciones de alimentos en los próximos meses.
“Necesitamos con urgencia que se haga el inventario de todo lo destruido porque, si no, habrá un caos, como siempre pasa aquí”, dijo Muris Cicic, profesor en la Facultad de Economía de Sarajevo.
En declaraciones a emisoras locales, este economista criticó a las autoridades por no haber determinado todavía las prioridades para empezar a reparar los daños. Otro economista, Izudin Kesetovic, observó a los periodistas que debido a la reducción del consumo público bajarán los ingresos fiscales del Estado, lo que acelerará los problemas económicos y sociales.
El Banco Mundial preveía para Bosnia en 2014 un crecimiento del 2 por ciento, una predicción que parece difícil de alcanzar ahora. El país espera para el verano una nueva conferencia internacional de donantes, en la que recaudar fondos que le ayuden a superar los daños causados por las inundaciones.

EFE

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